lunes, 15 de junio de 2009

Atardeceres...

Hace poco más de tres semanas iba en mi carro hacia el hospital, iba a ver a mi esposa Angeles, iba triste, enojado, desconcertado y con muchos reproches hacia a Dios. Mi esposa tenía un embarazo de alrededor de 8 semanas, estaba hospitalizada por que ya había tenido una tercer amenaza de aborto. Al día siguiente era el cumpleaños de mi primer hijo, Gus. Entre la preocupación por la salud de mi esposa y del bebé que llevaba en su vientre, y la tristeza de no poder estar más tiempo con mi hijo, y del hecho de que fuera a ser su cumpleaños y no pudiera ver a su madre. Todo eso me tenía deprimido y enojado. Durante el camino iba pensando en todo eso, con un nudo en la garganta, cuando de pronto me dí cuenta que había terminado una breve lluvia, lo cual dió paso a un regalo tan especial. En lo partícular una de las cosas que más admiro de la naturaleza son los atardeceres, no sé porqué, pero desde hace mucho tiempo, el ver un atardecer así, es algo que me llena de paz. Ese día creí que como respuesta a mis reproches, estaba recibiendo un regalo, el más hermoso atardecer que había visto jamás. Ahora, pienso que el mensaje era otro. Mi Esposa perdió finalmente al bebé hace dos viernes. Ha sido difícil aceptarlo, pero creo que el mensaje que Dios me quiso dar ese día, no era otro más que una forma de recordar a mi hijo que no nació...



Como un atardecer llegaste
con infinta belleza, y con la fuerza de los rayos del sol
en el palpitar de tu corazón, palpitar que desapareció,
como desaparecen los rayos de sol con la noche
Como un atardecer llegaste...
y de ti solo queda impresa la memoria de un hermoso y fugaz regalo de Dios
Como un atardecer llegaste...
y como un atardecer, también te fuiste.



Gustavo / junio 2009